El desombracionismo. La vanguardia que ridiculizó a los críticos de arte o la historia del peor pintor del mundo.

Capitulación, de Paul Jordan Smith

«Capitulación», una obra de auténtico arte.

Muchos, entre los que me incluyo, nos hemos quedado pasmados sin entender que belleza intrínseca o extrínseca pueden haberle hallado ciertos individuos a ciertos cuadros tratados con reverencial respeto en muchos museos y salas de exposiciones del mundo. Y lo que es peor, nos hemos escandalizado por la alta cotización de semejantes bodrios. Mucho se discute sobre el arte, la pintura, los críticos, la pedantería y la especulación que en demasiadas ocasiones rodea al mundo del arte.

En el ya lejano año de 1924 un osado profesor de nombre Paul Jordan Smith dejó en evidencia a críticos y especuladores tras haber puesto en marcha un ingenioso engaño con un desenlace que ni el mismo se esperaba. Esta es la historia del cuadro más feo del mundo.

En los años 20 el mundo sufría un cambio. Un día tras otro aparecían nuevas modas, nuevas tendencias, nuevos inventos. Era una época de revolucionaria y apasionante. También era una época de vanguardias y por supuesto el mundo del arte no permanecía ajeno a ello.

El mundo del arte empezaba a ser especulativo. Los nuevos ricos demandaban obras de arte con las que sorprender y especular, esperando un rápido incremento del valor de las obras recién adquiridas. Y es en ese punto donde entraría en escena Paul Jordan Smith con la intención de denunciar el absurdo al que se había llegado gracias al furor ignorante y meramente especulativo en el mundo del arte.

La esposa del protagonista de esta historia, de la que más tarde se divorciaría, la Sra. Sarah Bixby Smith, había recibido unas horribles críticas sobre los cuadros de bodegones con los que había realizado una exposición en California. La crítica la había tildado de anticuada y convencional, de la vieja escuela. Ello no gustó nada a Paul Jordan Smith, quien consideraba que los críticos no tenían ni puñetera idea de arte con lo que decidió dejar en ridículo a marchantes, coleccionistas y críticos urdiendo un plan. Al igual que los súper héroes del cómic nos tienen acostumbrados manteniendo una doble personalidad, él se crearía un un alter ego,de nombre ruso iniciador de una nueva corriente artística a la que denominaría «Desombracionismo», una nueva vanguardia artística cuyas pinturas se caracterizaba por la ausencia total de sombras. El nombre de su personaje: Pavel Jerdanowvitch.

Exaltation

«Exaltación», la obra con la que Pavel Jerdanowitch el alter ego artístico de Paul Jordan Smith irrumpió en el mundo del arte.

Ni corto ni perezoso, Smith, que jamás había dibujado o pintado, pidió prestado a un amigo el material artístico necesario y en los 20 minutos más intensos de toda su vida, creó la que sería su primera obra «desombracionista», titulada «Exaltación«, en la que representaba a un aborigen con cara de gorila agitando un plátano sobre su cabeza. Se autoretrató caracterizado de loco artista ruso.

Una vez realizado el cuadro, el retrato y una breve explicación de la vanguardia que el mismo había creado (con la que podía justificar de cualquier forma la ausencia total de conocimientos artísticos o de técnicas pictóricas), se las arregló como pudo para introducirse en alguno de los selectos y minoritarios círculos artísticos de Nueva York, logrando que en poco tiempo llevasen su obra a a la galería Waldorf Astoria. Allí se expuso en 1925.

Pavel Jerdanowvitch-Paul Jordan Smith

A la izquierda el pintor Pavel Jerdanowitch, quien no era más que Paul Jordan Smith, a la derecha, debidamente caracterizado como un pintor ruso loco inventor del «desombracionismo»

Los frutos de su engaño no tardaron en llegar. Al poco tiempo su obra se había convertido en un éxito de crítica entre los círculos más selectos. Uno de los críticos, Chabrier Comte llegó a entusiasmarse tanto creyendo estar ante un nuevo y hasta la fecha desconocido genio de la pintura cuyo descubrimiento lo podría catapultar al olimpo del mundo de los expertos del arte, que hizo todo lo posible para saber más de aquel desconocido Pavel Jerdanowitch, así que se puso en contacto con el, desconociendo que se trataba de Paul Jordan Smith, y este le hizo llegar una breve biografía de Jerdanowitch. En ésta se explicaba que «había nacido en Moscú, emigrado a Chicago y estudiado pintura en el Art Institute of Chicago. Enfermo de tuberculosis se había desplazado hasta los lejanos mares del sur, donde había entrado en contacto con alguna misteriosa y desconocida civilización en la que se había inspirado para pintar su obra más reciente». Adjuntó a la biografía la foto que se había hecho caracterizado como Pavel Jerdanowitch.

Esta es la reseña que Chabrier Comte escribió en la «Revue du Vrai et du Beau«.

Pavel Jerdanowitch no está satisfecho siguiendo los caminos trillados del arte. Prefiere descubrir nuevas tierras, explorar las alturas y asomarse a los abismos. Su espíritu se deleita en la intoxicación y es presa de la agonía estética que no tiene experiencia sin sufrimiento.

Al poco tiempor, tras el incríble éxito de crítica recibido y la expectación levantadas, empezaron a lloverle las ofertas. En 1926 la Galería Marshall Field, de Chicago encargó una pintura a Jerdanowitch. Paul pintó por él lo que llamó “Aspiración”, estampa costumbrista de una lavandera de color ejerciendo a pleno sol. La crítica fue unánime:

“Una mezcla encantadora de Gauguin, arte pop, trova Negra, con un montón de individualismo de Jerdanowitch”

Aspiración

«Aspiración», 1926. La aclamada obra encargada por la galería Marshal Field de Chicago.

En 1927 el engaño ya empezaba a írsele de las manos. La Galería Vose de Boston presentó una exposición monográfica de su obra. En su catálogo decía de Aspiración:

El ave que se ve en la parte superior derecha se llama el gallo cósmico y es un símbolo de los deseos reprimidos, que se asienta sobre una cruz que es, a su vez, otro símbolo, y en el final de la cuerda está la flor blanca del cosmos que significa inmortalidad. Todo el cuadro es una maravillosa ilustración de la ley de la simetría dinámica; todo está planteado para que el ojo mire hacia el símbolo central, la lavandera (que mira al gallo: de ahí el título de «aspiración») sin advertir que la mano de la codicia le arrebata la cartera.

Ya había logrado exponer en Búfalo, Colorado, y ser portada de una de las más prestigiosas revistas francesas,  «La Revue Moderne«. Sus horribles cuadros ya habían sido incluidas en «El Libro de Oro del Arte Moderno«. Llegado ese momento, Paul Jordan Smith decidió que tenía que poner punto y final a aquel engaño y publicó la historia real, ante el estupor de propios y extraños, en «Los Angeles Times». La respuesta de todos los críticos embaucados fue también unánime:

(…) Es evidente que Paul Jordan Smith ha logrado éxito con el engaño de sus pinturas porque tiene talento y ciertas dotes artísticas. Pero es demasiado ignorante para comprenderlas, amén de tener una gran locuacidad y poder embaucador propio de un novelista de tercera. (…)

No deja de ser sorprendente que nada ha cambiado. Nadie reconoce sus errores. Lo más inceríble de esta fabulosa historia es que Paul Jordan Smith tuvo ofertas para seguir pintando.

En mi humilde opinión, Paul Jordan Smith no engañó a nadie. Sencillamente le dió a cada uno lo que quería. Para el, la satisfacción de comprobar de primera mano la cantidad de ineptos y soberbios individuos que se dedican a la crítica del mundo del arte y de qué manera una obra adquiere valor no por ella misma, si no por lo que se diga de ella; a los críticos y marchantes, porque les hizo vivir la emoción de creer que se hallaban ante un genio que los iba a enriquecer y gracias al cual iban a pasar a la historia y al público por crear una historía llega de extravagancia e ironía con la que podrían comprobar hasta que punto el mundo del arte y la pedantería están llenos de becerros de oro a los que adorar según haya sido indicado. Ciertamente la historia sigue estando vigente, pero por desgracia, sin la gracia que tiene esta.

Para saber mucho más y mejor:

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2 comentarios
  1. profesor1130 dijo:

    Me interesa mucho este artículo. Paul Jordan Smith era mi abuelo, un señor muy querido. Tenía un sentido del humor totalmente encantador. No tengo sus cuadros famosos, pero sí tengo uno que pintó para mí cuando yo tenía once años. Estaría muy contento él, al saber que todavía hoy en día se sigue hablando de sus aventuras artísticas.

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