Cuando la tirolina deja de ser un juego y se convierte en una necesidad.

Colgados a 400 metros de altura para ir a la escuela. © Christoph Otto
En países en los que gozamos de un estado de bienestar y disponemos con gran facilidad de servicios como sanidad, educación, vivienda, nos acostumbramos, en demasiadas ocasiones, a desaprovechar las oportunidades que se nos brindan al alcance de la mano. En concreto el desperdicio de recursos educativos es una lacra en no pocos países desarrollados. Es lamentable comprobar como hay aulas de Universidades vacías o en las que el absentismo y el desaprovechamiento de recursos -carísimos- es una tónica frívola generalizada. Sólo se conoce el valor de las cosas cuando hay que ganarlas con esfuerzo. Y mucho deben valorar los miembros de algunas comunidades de Colombia el valor de la educación y la formación de sus hijos. De otra forma no se entendería como son capaces de lanzar a sus niños a lo largo de una tirolina que une las riberas del valle dividido por el Río Negro, cuyas aguas rugen a 400 metros bajo los pies de los niños.
En una zona situada a unos 60 Kilómetros al sureste de Bogotá, la capital de Colombia, los habitantes de la zona acceden a las localidades más próximas cruzando el río a través de este sistema de tirolinas. 12 cables de acero en total conforman la única vía de comunicación con el exterior.
Los niños de la zona hacen el recorrido a diario. Ellos mismos se enganchan al cable de acero y de deslizan hasta alcanzar una velocidad (en descenso) de casi 60 km. por hora!. Para controlar la velocidad, van equipados con una especie de tenedor de madera que presionan contra el cable.
En el siglo XIX Alenxander Von Humboldt fue el primer Europeo que documentó tan singular medio de transporte. Claro que en 1804 los cables que unían ambas riberas eran de cáñamo. Con la llegada de las grandes explotaciones forestales a la selva tropical se reemplazaron las cuerdas de cáñamo por cables de acero.

Daisy Mora , de nueve años, cruza a diario a lo largo del cable, para poder asistir al colegio. En el saco va su hermano de 5 años, quien no es lo suficientemente mayor como para poder hacer el solo el recorrido. © Christoph Otto
Hasta la actualidad estos siguen siendo el cordón umbilical que une a las comunidades con el mundo. No sólo es el medio de transporte empleado por los niños, sino por cualquiera que necesite salir de la zona, como los granjeros y los agricultores, que hacen el mismo recorrido para ir a vender sus productos a las localidades cercanas.
Para saber mucho más y mejor:
La idea de que desperdiciemos sistemáticamente toda mejora y ayuda para continuar progresando es de lo más tormentosa. ¿Habrá sido siempre así el ser humano o es que involucionamos? En este mundo y en la sociedad en la que vivimos es prácticamente imposible no aprender todo lo que a uno le apetezca, aprovechar la curiosidad y hacer grandes cosas con ella, porque sobran los recursos para favorecer las ganas de aprendizaje, sin embargo no los aprovechamos; es más, casi los menospreciamos. ¿Estamos locos? De verdad me lo pregunto.
Me ha encantado encontrar tu blog, tienes de todo y siempre es interesante.
Mi impresión es que la comodidad nos adozena y nos anestesia. Afortunadamente hay un grupo de irreductibles -entre quienes por desgracia no me encuentro- cuyas privilegiadas mentes y capacidad no permite evolucionar siguiendo su rastro. En el mundo en el que todo es fácil y accesible y en que el esfuerzo y el mérito en demasiadas ocasiones no son reconocidos y sólo se valora el dinero y un bienestar frívolo basado en en el consumo, hay que hacer un esfuerzo intelectual que muchos no están dispuestos a hacer. Esperos, poco a poco, poder cambiar esa tendencia y, como poco, subir unos peldaños en España en cuanto a los resultados del estudio Pisa! ;-).
Gracias por el piropo, Lakittywoo. Es muy reconfortante tu comentario!!!.
(Me encanta tu Avatar, por cierto)
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