Los niños que aprenden a estudiar bajo el puente. La pobreza vs. la voluntad.

Slum School

¿Una escuela bajo un puente?. Nada es capaz de frenar la voluntad de la gente extraordinaria.

Probablemente the hayas familiarizado con la palabra inglesa «Slum» desde el éxito de la película de danny Danny Boyle «Slumdog Millionaire» (2008) y sepas que «Slum» significa «barrio pobre» o «barriada pobre». En Nueva Delhi, capital de la república India y uno de los nueve distritos de Delhi, la séptima metrópolis  en número de habitantes, con 27 millones, se apiñan, en enormes «slums«, estos barrios extremadamente pobres, millones de personas sin los más mínimos recursos y sin posibilidad de acceder ni tan siquiera a la educación básica, debido además, a su condición de pertenencia a la casta de los «intocables». En esta inmensa vorágine de hormigón e historias anónimas, hay seres humanos como Rajesk Kumar Sharma, que hacen todo lo que está de su mano para cambiar, en la medida de lo posible, el destino de alguno de los niños residentes en estos barrios.

El buen Rajesh ha improvisado una escuela bajo un puente de las vías del metro. En tan extraño lugar, sin ningún medio, se dedica a dar clases a los niños del barrio demasiado pobres como para poder asistir a la escuela. Rajesh cree firmemente que el arma más importante para la India no son los misiles nucleares, sino la juventud educada. Sin educación estos niños -dice- estarán condenados de por vida.

No se trata de un maestro. Rajesk Kumar Sharma tan sólo es el propietario de una tienda en la ciudad. Diariamente, a lo largo de 2 horas, deja su negocio para para dar dar clase a los niños del barrio que asisten a sus clases una educación que de otra forma jamás habrían podido tener. Bajo el puente del metro, que protege a los niños de los posibles chubascos, no hay pupitres, no hay material escolar, no hay sillas, ni una tarima para el profesor. Tan sólo unos recuadros negros pintados sobre uno de los muros que emplean como pizarra para sus lecciones.

Slum School

La generosidad de esta hombre va más allá de su iniciativa y del tiempo que emplea con estos niños. Rajesk financia de su propio bolsillo el material de lectura, lápices, libretas, las alfombrillas sobre las que se sientan los niños. Sus alumnos, de entre 4 y 12 años, aprenden a leer, aprenden matemáticas y reciben una preparación básica mínima con la que los niños puedan optar, más adelante, a acceder a una plaza en la escuela pública.

Desde hace un año – respecto a la fecha de publicación de este artículo- ha impartido sus clases a unos 140 niños, de los que al menos 70, han logrado acceder a una escuela pública.

Un ejemplo más de como el esfuerzo y la voluntad pueden vencer cualquier obstáculo.
Tras haber leído esto, ¿qué le dirías a aquellos niños -y no tan niños- y a sus padres, que pudiendo tener libros, ordenadores, material escolar, escuelas… no sacan el máximo partido de todos esos medios?. ¿La facilidad nos hace soberbios y desagradecidos?.

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