Muchos, entre los que me incluyo, nos hemos quedado pasmados sin entender que belleza intrínseca o extrínseca pueden haberle hallado ciertos individuos a ciertos cuadros tratados con reverencial respeto en muchos museos y salas de exposiciones del mundo. Y lo que es peor, nos hemos escandalizado por la alta cotización de semejantes bodrios. Mucho se discute sobre el arte, la pintura, los críticos, la pedantería y la especulación que en demasiadas ocasiones rodea al mundo del arte.
En el ya lejano año de 1924 un osado profesor de nombre Paul Jordan Smith dejó en evidencia a críticos y especuladores tras haber puesto en marcha un ingenioso engaño con un desenlace que ni el mismo se esperaba. Esta es la historia del cuadro más feo del mundo.