Humanos de Kabul

Hace años soñaba con viajar por el mundo como un sencillo vagamundos. No como un holgazán -que lo soy- pero si de forma sencilla, durmiendo donde se pudiera, trabajando para comer y llevando mis pertenencias en una mochila. Ese proyecto quedó olvidado en un baúl enorme que debería etiquetar con un rótulo gigante que reze tal que así: «Cosas que debí de haber hecho cuando podía en lugar de haber desperdiciado mi tiempo«.
En aquel sueño de caminante sin más destino que el del descubrimiento de uno mismo a través del conocimiento de los otros, una de las rutas con las que soñaba poder recorrer, era seguir los pasos de Marco Polo a lo largo de la increíble Ruta de la Seda. Pero, ¡Ay!. Estudias, buscas trabajo, compras un coche, te acomodas y te conviertes en uno más de esos ciudadanos del mundo que temen perder su seguridad y en cuyo subconsciente se ha despertado la idea de que lo diferente es peligroso e intimidatorio.
En nuestro mundo de confort percibimos todo lo distinto como una amenaza al haber eliminado de nuestro ángulo de visión lo hermoso que hay ahí afuera. De Asia central, y muy especialmente de Afganistán sólo recibimos noticias de mutilaciones, violencia, terrorismo, guerra, dolor, sufrimiento… lo malo impera. Es una especie de Talibanización del conocimiento sobre aquel lugar oprimido por los fundamentalistas. De hecho, tan poco es lo que sabemos sobre aquel lugar que son la palabra Talibán, y sus horribles connotaciones, lo primero que nos viene a la mente cuando se nos menciona Afganistán. Todo ello unido a explosiones, ejecuciones, decapitaciones, caminos polvorientos patrullados por hombres enjutos con el rostro poblado por barbas perennes, armados hasta los dientes, malhumorados y dispuestos a cortarle el gaznate al primero que pestañee.
En occidente, desde nuestra comodidad, hemos construido una imagen mental de muchos lugares del planeta, en la que no cabe lugar para lo esencial: la humanidad, lo bello, lo que sobrevive y lo que de verdad más abunda.
Y en eso consiste este vídeo. en mostrarnos a los humanos de Kabul. La belleza que los rodea, su humanidad, su vida cotidiana. Un homenaje a lo invisible, pues los medios de comunicación y la caprichosa supremacía de las «noticias» sobre cualquier otra cosa, nos transmite la idea de peligro e inseguridad ante lo desconocido. Es un vídeo precioso que todos deberíamos ver y compartir.

Para saber más y mucho mejor:

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