Recuerdos de basura. El mar devuelve lo que no le corresponde (pero poco)

No. No es un fotomontaje. Esta es una imagen tristemente real del campeón del surf Dede Suryana  surfeando una ola de basura en una remota y aparentemente paradisíaca playa de algún lugar de Indonesia.La foto es © de Zak Noyle

No. No es un fotomontaje. Esta es una imagen tristemente real del campeón del surf Dede Suryana surfeando una ola de basura en una remota y aparentemente paradisíaca playa de algún lugar de Indonesia. La foto es © de Zak Noyle

Basura. Toneladas de basura. Estoy atravesando la crisis de los cuarenta. Pensaba que se trataba de un mito, pero no. Superada cierta barrera cronológica sentimos la necesidad de hacer balance sobre nuestros logros y fracasos en la vida recorrida y nos entregamos desesperadamente a probar experiencias que ya deberíamos haber tenido y para las que dejamos pasar la oportunidad pensando que el tiempo es eterno.
Así que, empujado por mi amigo Eduardo Zapiraín, artista y surfero, he empezado a practicar surf. Y me encanta.

Es un deporte que me ha enganchado. A pesar del frío o la lluvia, resulta extremadamente gratificante sentir la arena húmeda y fresca bajo los pies y ese escalofrío que recorre el cuerpo de arriba abajo al primer contacto con el agua fría. Es tan sólo la sensación inicial pues, a los pocos segundo, la fina capa de agua que penetra entre el neopreno y la piel, alcanza un temperatura que hace que el baño invernal resulte tonificante, relajado y agradable.

Yendo a la playa casi desierta, tan sólo ocupada por los paseantes madrugadores de fin de semana y otros aficionados al surf, estos días de invierno, me fijé en la cantidad de basura que la marea había arrastrado hasta la orilla. Restos de artes de pesca, plásticos, latas, marañas de bolsas y redes, latas de refresco, o de lubricantes o aceites de motores marinos, cajas de polipropileno en las que los  marineros llevan el hielo en el que conservar la pesca diaria, fragmentos de boyas y balizas… Traté de recordar si alguna vez, a lo largo de mi vida, había estado en una playa impoluta. No pude. Mi recuerdo no alcanza a trasladarme a una playa limpia. De hecho los veranos de mi infancia, durante la década de los 70,  la pasé correteando a lo largo y ancho de las, por entonces extensas y maravillosas, hoy día desaparecidas y sustituidas por bloques de apartamentos. Ya entonces los plásticos y restos indeseables se encontraban en la playa, pero en menor cantidad, he de decir; los pies siempre ennegrecidos por una persistente y pegajosa carbonilla que se entremezclaba con la arena en la orilla y que no era más que restos de grasa y galletas de petróleo vertido por el «Polycommander«, petrolero de bandera Noruega que encalló unos bajos de la isla de Monteagudo, en las Islas Cíes, provocando el mayor vertido de petróleo de la historia en la Ría de Vigo.

Y me acordé de Dede Suryana. Este rider profesional se encontraba surfeando olas perfectas en algún lugar de ensueño de Indonesia, en la isla de Untung Jawa, donde lo fotografiaría Zak Noyle, fotógrafo experto en surf relizando un trabajo para «Surf Magazine«. Arenas blancas, selva y nadie más que ellos en kilómetros a la redonda. Un paraíso. Un paraíso transformado repentinamente en un vertedero.
La superficie del agua cristalina se vio cubierta de basura de todo tipo repentinamente. Troncos de árboles del tamaño de un coche pequeño, envoltorio s de comida rápida, botellas de plástico… pelotas de fútbol… restos de todo tipo llevados hasta allí por las corrientes marinas tras haber recorrido miles de kilómetros.

El lugar en el que se tomó esta foto se halla a unas 24 horas de avión, 12 de carretera y ocho de navegación. Un lugar realmente remoto. Una forma más que elocuente de descubrir que no hay ningún rincón libre de contaminación.

Parece, por fortuna se va despertando una conciencia ecológica cada vez mayor. Pero no al mismo ritmo que el de la contaminación y la suciedad. Recuerda que un gesto individual tiene consecuencias globales.

Como dice el refranero popular español: «Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero«.

Pues eso.

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