
No. No es un fotomontaje. Esta es una imagen tristemente real del campeón del surf Dede Suryana surfeando una ola de basura en una remota y aparentemente paradisíaca playa de algún lugar de Indonesia. La foto es © de Zak Noyle
Basura. Toneladas de basura. Estoy atravesando la crisis de los cuarenta. Pensaba que se trataba de un mito, pero no. Superada cierta barrera cronológica sentimos la necesidad de hacer balance sobre nuestros logros y fracasos en la vida recorrida y nos entregamos desesperadamente a probar experiencias que ya deberíamos haber tenido y para las que dejamos pasar la oportunidad pensando que el tiempo es eterno.
Así que, empujado por mi amigo Eduardo Zapiraín, artista y surfero, he empezado a practicar surf. Y me encanta.
Es un deporte que me ha enganchado. A pesar del frío o la lluvia, resulta extremadamente gratificante sentir la arena húmeda y fresca bajo los pies y ese escalofrío que recorre el cuerpo de arriba abajo al primer contacto con el agua fría. Es tan sólo la sensación inicial pues, a los pocos segundo, la fina capa de agua que penetra entre el neopreno y la piel, alcanza un temperatura que hace que el baño invernal resulte tonificante, relajado y agradable.
Yendo a la playa casi desierta, tan sólo ocupada por los paseantes madrugadores de fin de semana y otros aficionados al surf, estos días de invierno, me fijé en la cantidad de basura que la marea había arrastrado hasta la orilla. Restos de artes de pesca, plásticos, latas, marañas de bolsas y redes, latas de refresco, o de lubricantes o aceites de motores marinos, cajas de polipropileno en las que los marineros llevan el hielo en el que conservar la pesca diaria, fragmentos de boyas y balizas… Traté de recordar si alguna vez, a lo largo de mi vida, había estado en una playa impoluta. No pude. Mi recuerdo no alcanza a trasladarme a una playa limpia. Read More