¡Oh! ¡Dios mío!¡Este helado me ha provocado una ganglioneuralgia esfenopalatina!

ganglioneuralgia esfenopalatina-Ice Cream Headache - Cerebro congelado

Nunca sabremos si esta pobre mujer está tratando de recordar si cerró la llave del gas antes de salir de casa o el nombre científico del tremendo dolor que está recorriendo en este momento toda su cabeza.

Este ha sido un fin de semana soleado, al menos en mi ciudad, Vigo. Como cada vez que aprieta el calor los vigueses¹ huimos de la ciudad para disfrutar de las playas de los alrededores de tonificantes y gélidas aguas. La pereza -crónica en quien escribe estas líneas- de enfrentarse al choque térmico entre el exterior y el mar, obliga a sufrir el calor con estoicismo, contemplando con envidia como los niños se zambullen sin dudarlo en la orilla y juegan con las olas, con la arena y con todo lo que les rodea. El calor, la envidia que produce tanta despreocupación y la contemplación de los espectaculares físicos de muchas de las asistentes a a la playa, o según otras preferencias, de muchos de los asistentes, ayudan a subir la temperatura corporal hasta que se toma la decisión más importante de la tarde: romper la dieta, olvidarse de la operación bikini -operación bermudas en mi caso- y encaminarse con decisión hacia un puesto de helados. Pero, ¡Ay!. ¡¡Cómo duele!!!. Le hemos dado un mordisco a un polo de helado y de forma casi inmediata nos ha producido un dolor de cabeza insoportable. Sentimos como que nos han clavado un picahielos en medio y medio de la frente. Tanto que hasta vemos las famosas chirivitas chiribitas. Pero ¿Qué es lo que produce esta brutal ganglioneuralgia esfenopalatina, o dolor de cabeza insoportable al que universalmente se le conoce como ice cream headachecefalea del helado, o el fenómeno del cerebro congelado?

Según las estadísticas que he podido leer -y entender- este terrible dolo afecta a una de cada tres personas. La víctima ingiere un alimento frío y a los 10 segundos da comienzo el dolor, cuya máxima intensidad se alcanza entre los 30 y 60 segundos posteriores. Tarda entre 80 y 90 segundos en desaparecer. Es lo más parecido a una migraña, pero por fortuna, de una duración muy reducida.

El fenómeno sucede de la siguiente forma: cuando un alimento u objeto extraordinariamente frío entra en contacto con nuestro paladar, los capilares se contraen muy rápidamente. es el fenómeno llamado vasoconstricción vascular periférica, que es la forma en la que reacciona el cuerpo en ambientes muy fríos. Por eso duelen los pies al meterlos en agua fría, por ejemplo.  De inmediato se reduce la velocidad del flujo de la sangre para, seguidamente, volver a dilatarse. Es un cambio tan brusco, de contracción y dilatación, que los nervios sensores del dolor se lo chivan a nuestro cerebro por la vía más rápida y eficaz de que disponen, el nervio trigémino. Este, que es un poco torpe al parecer, no entiende que el dolor procede del paladar, sino que lo interpreta como proveniente de la frente. El nervio trigémino es el más importante de nuestro cráneo. Para que te hagas una idea de lo trascendental de este nervio imagínate su recorrido. Nace en el cerebro medio y se extiende por toda nuestra cara. es el encargado de controlar todos los músculos que empleamos para masticar. También es el encargado de gestionar toda nuestra sensibilidad en la cara. desde una caricia, hasta un grano, o una picadura de mosquito o el roce de una lágrima que rueda por nuestras mejillas. todas esas sensaciones las percibimos gracias a este nervio tan sensible.

Es muy sencillo evitar la temible ganglioneuralgia esfenopalatina. Tan sólo hay que evitar, al tomar alimentos o bebidas muy fríos, que el primer contacto sea con nuestro paladar. Si este verano os encontráis con alguien que sufra uno de estos dolores, dadle esta explicación para ganaros su respeto y admiración. A ver si os invita a un helado.

Para saber mucho más y mejor:

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